Madonna cantó en la playa de Copacabana, Río de Janeiro, el sábado por
la noche, convirtiéndola en una enorme pista de baile repleta de una multitud
de admiradores.SILVIA IZQUIERDO/AP
carlos a.
moreno efeRío de Janeiro, Brasil
La cantante estadounidense Madonna convirtió la playa de Copacabana de
Río de Janeiro en la mayor discoteca del mundo con un histórico
concierto en la noche del sábado al que acudió un público calculado
en 1.5 millones de personas, que no paró de bailar en dos horas y
media de espectáculo.
La reina del pop no les dio respiro a sus admiradores y fue encadenando
uno tras uno los mayores éxitos en sus 40 años de carrera ante un público, principalmente
mujeres y personas del colectivo LGTBI, que coreó y bailó todas las canciones.
La diva de 65 años no defraudó a los que
esperaron hasta doce horas para verla y se acercó al público varias veces por
las tres pasarelas que se desprendían del gigantesco escenario de 812 metros
cuadrados montado en las arenas de la playa más conocida de Brasil.
No le negó
saludos ni a las cientos de personas que asistieron al concierto desde decenas
de embarcaciones fondeadas frente al escenario.
Y sus admiradores la ovacionaron a todo momento y la
acompañaron varias veces con un concierto de sonoros abanicos -obligatorios
ante la temperatura inusual de 30 grados Celsius en esta época-, en su mayoría
decorados con los colores del arcoíris.
Una gigantesca multitud calculada en 1.5 millones de pesos se congregó en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, para disfrutar del concierto de Madonna.
El
público ya
estaba animado a la hora en que su ídolo apareció en el escenario, a las 22:36
hora local (1:36 GMT del domingo), ya que el pinchadiscos estadounidense Diplo
se encargó de calentar los motores con una selección que incluyó varios
clásicos del funk, el género musical nacido en las favelas de Río de Janeiro.
La estadounidense, como en todas sus presentaciones, cambió
varias veces de vestimenta durante el espectáculo y vistió incluso un traje con
los colores amarillo y verde de la bandera brasileña, los mismos con los que
pintó sus uñas.
También se ganó el público al llevar a un conjunto de niños
percusionistas de una escuela de samba para acompañarla en la interpretación de
'La isla bonita', canción en la que vistió la camiseta de la selección
brasileña de fútbol y en la que se presentó junto a la popular cantante y drag
queen Pabllo Vittar.
Madonna se presentó el último concierto de la gira "The Celebration Tour", en la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, Brasil, el sábado 4 de mayo.
Durante
la presentación de exaltación a Brasil, en la que declaró su amor al país y dijo que no había
un lugar mejor para su concierto que la playa de Copacabana, las pantallas
exhibieron fotos de personalidades brasileñas como el educador Paulo Freire, la
futbolista Marta, la concejala asesinada Marielle Franco y el líder indígena
Raoni.
Poco antes había aparecido en el escenario al lado de la
también popular Anitta, la única brasileña con la que ha grabado una canción,
durante la interpretación de 'Vogue'.
Tampoco faltaron aplausos a los numerosos homenajes que
rindió, principalmente en las gigantescas pantallas de televisión, a ídolos
como Prince y Michael Jackson, a personalidades brasileñas que murieron de
sida, como el cantante Cazuza, y a famosos líderes negros.
Con el
concierto de este sábado, Madonna puso fin a la gira de conmemoración de sus 40
años de carrera, 'Celebration Tour', en la que hace un repaso de toda su
carrera con sus mayores éxitos, como 'Like a Virgin', 'Vogue', 'Holiday', 'Like
a prayer' y 'La isla bonita'.
El
concierto fue histórico para Madonna, que nunca tocó para un público tan numeroso, pero
también para Río de Janeiro, que registró una movilización de cerca de 60 millones de dólares con un
único evento musical y cientos de miles de visitantes.
Pese a que las autoridades aún no habían divulgado el público
al final del concierto, lo más probable es que la estadounidense haya superado
la marca que lograron los británicos Rolling Stones en febrero de 2006, cuando atrajeron
a 1.5 millones de personas también a la playa de Copacabana.
La misma playa ha sido escenario de otros dos conciertos aún
más multitudinarios, el de Rod Stewart en 1994 con 3,5 millones de personas y
el del brasileño Jorge Ben en 1993 con 3 millones, que figuran en el libro
Guinness de Récords.
La masiva movilización provocada por Madonna obligó a las
autoridades de Río a montar una infraestructura similar a la usada en las
fiestas de Reveillon, cuando hasta cinco millones de personas despiden el año
en Copacabana.