Miami,
Estados Unidos
Esta Venezuela luce para algo grande. Después de
varias actuaciones discretas a pesar de tener selecciones potentes, esta
versión del 2023 se anuncia para pelear como nunca antes y por lo menos ha
puesto en aviso al resto de los participantes en el Clásico Mundial de Béisbol.
La Vinotinto no creyó en el Team Rubio y venció a Puerto Rico 9-6 el domingo en
la noche apoyada en una ofensiva que no cesa de generar fuego y un Pablo López
que conocÃa el montÃculo del loanDepot Park como si fuera su segunda casa.
Entre el dominio de López, la presencia de un
Miguel Cabrera que se convirtió en el único jugador con presencia en los cinco
clásicos y un Salvador Pérez incontenible con el madero, Venezuela conquistó su
segunda victoria del Grupo D y aseguró prácticamente el boleto a cuartos de
finales delante de 35,615 aficionados.
Ahora las otras potencias de la llave de
Miami, Puerto Rico y República Dominicana amanecen este lunes con una derrota y
por ello el choque entre ambas escuadras el miércoles para cerrar la fase de
clasificación adquiere una importancia capital. En el mismo primer inning
Venezuela le fue a encima a Puerto Rico con una fuerza tremenda, como si no
quisiera dejar nada a la posible reacción de un conjunto potente, con una
ofensiva potente de cuatro anotaciones ante el abridor José Berrios.
Los
sudamericanos alumbraron su primera carrera con un imparable del receptor
Salvador Pérez y luego tomaron comando del juego con un cuadrangular de tres
carreras para Anthony Santander, quien ya suma dos en este torneo. Para el
segundo episodio Berrios era sacado del montÃculo, porque era evidente de que
carecÃa de sus mejores armas para contener a los venezolanos, pero a su
sustituto Fernando Cruz tampoco le irÃa bien, porque Pérez otra vez sonarÃa el
madero, aunque de manera más rotunda.
El
enmascarado, un verdadero lÃder en toda la extensión de la palabra y que sabe
el significado de la palabra ganar, disparó un palo de vuelta entera con dos
hombres en circulación que levantó de sus asientos a los fanáticos de su
tierra, pero que heló la sangre de los boricuas. Puerto Rico, sin embargo, no
se iba sin al menos poner algo en la pizarra y en la parte baja de la entrada
Eddie Rosario le sacó una pelota del parque a López, pero sin mayores
consecuencias por lo abultado del marcados, cuando el juego era aún muy joven.
Venezuela
no se detendrÃa en siete y para la cuarta entrada llegarÃa otra anotación con
un sencillo dentro del cuadro de David Peralta que abrirÃa las puertas del home
para Pérez, quien se habÃa embasado con un doblete entre center y right.
Sin
perder el pulso, la escuadra vinotinto sumaba una novena carrera en la quinta
entrada con un doble de Pérez -a esa altura con par de biangulares, un sencillo
y un jonrón- que traÃa desde la inicial a Ronald Acuna y presagiaba un nocaut
para los boricuas. Poco después, López cerraba de manera magistral su faena de
4.2 entradas de faena bajo una cerrada ovación que habrá de recordar mientras
viva, pues lo mismo venezolanos que puertorriqueños se levantaron para aplaudirlo
en el mismo estadio donde se diera a conocer.
Una
de las piezas principales de la rotación de los Marlins en las temporadas
pasadas, López cerró su actuación con una sola a su cuenta, dos imparables,
seis ponches y cero pasaporte, números que dicen solo una parte de su grandeza
en esta jornada. El nocaut no llegarÃa porque en la sexta Kike Hernández
pegarÃa hit impulsor de la segunda para Puerto Rico y luego Emmanuel Rivera
crearÃa espacio para la tercera de su club con lÃnea sólida antes de que una conexión
de Javy Báez por el cuadro significara la cuarta y Rosario trajera la quinta
con un elevado de sacrificio.
Puerto
Rico no se quedó ahà y remolcó su sexta del juego con un doble de MJ Meléndez
en la octava, pero lo que prometÃa ser una rebelión en toda la lÃnea quedó en
nada cuando el relevista Silvino Bracho obligó a Rosario a conectar para doble
play con hombres en primera y tercera. Más allá de cualquier consideración,
sobre ganador y perdedor, este juego puede ser recordado como un clásico dentro
del Clásico.