Santo
Domingo, RD.
La mañana
de ayer, por obligación, la familia Rosario, o al menos parte de ella, se tuvo
que colocar un caparazón y sacar fuerzas para enterrar tres miembros de una
familia que, con su energÃa y entusiasmo, representaban “el alma de la
casa”.
Se trata
del entierro de Marianeli Rosario Tejeda, India Paola Rosario de la Cruz e
Indira Pamela de la Cruz Rosario, tres mujeres que hoy su presencia fÃsica no
está en la tierra después de que un hombre decidió acabar con violencia sus
vidas, dejando a una familia consumida en dolor.
El responsable de la tragedia fue Esteban Javier Cora, un cabo adscrito a la
Dirección General de Tránsito Terrestre (Digesett), que simplemente apuntó y
disparó, provocándole la muerte a su expareja, a su exsuegra y su excuñada.
Un cuerpo
al lado del otro, con flores amarillas y blancas, rodeadas de rostros que por
algún tiempo no van a sonreÃr como antes, fue la manera como los familiares
enterraron ayer los cuerpos de sus asesinadas parentelas en el cementerio La
Piña, de Los Alcarrizos.
Desde que
se recorren las calles del barrio La Fe, del municipio Los Alcarrizos, se
nota un recogedor ambiente de luto. Reporteros de este diario, sin tener la
ubicación exacta del lugar donde ocurrió la desgracia, preguntó entre sus
moradores, para conocer de la localización, y cada uno de ellos accedió a
colaborar.
“Ay,
excúseme, que usted no me preguntó cómo yo me siento, pero es que eso fue
demasiado hasta para los que no las conocÃamos; nadie merece que le arrebaten
la vida asÔ, dijo un vecino de La Fe. MarÃa Alberto Rosario, hermana de
una de las vÃctimas, abrió su corazón y narró el martirio que vive desde
aquella noche trágica del sábado.
“Ni se
duerme ni se come”, comentó MarÃa. Los recuerdos de cada una de las vÃctimas
permanecen en los rincones de la casa y, aunque no concibe como alguien pudo
cometer un hecho de esa magnitud, no le da tranquilidad que el agresor
permanezca en prisión por el resto de sus dÃas.
“A mà no
me interesa si le dan 100 o 150 años”, dijo. “Ya nada me devolverá la perdida
tan gran que me dio ese señor; no fue un familiar que falleció, fueron tres que
Dios no decidió llevarse, sino que le arrebataron la vida y delante de los
niños; eso no tiene nombre”, contó MarÃa.
Después de haber quitado la vida a tres, el agente de la Digesett continuó se
senda de muerte y le quitó la vida a un hombre que le perseguÃa, para
entregarlo a la policÃa. Según dijeron moradores, en ese “corre corre”, el
propio hijo del agresor salió herido.
El menor,
de quien se omite su nombre por asuntos legales, “no ha vuelto a ser el mismo”,
desde la noche del sábado, según expresó su tÃa, MarÃa.
Aunque
los hijos de una de las vÃctimas no han recibido ayuda psicológica, tras
presenciar la muerte de su madre, abuela y tÃa, MarÃa contó que uno de ellos ha
adoptado “conductas diferentes” desde aquella noche.
“Eso niños son educados, pero necesitan ayuda luego de lo que vivieron; el que tiene ocho años, si ve un amiguito se pone a jugar, pero de la nada se tranca en la habitación, como escondiéndose de alguien, y eso era algo que él no hacÃa”, citó la mujer. Por: Jhangeily Durán, para listÃn diario