Una persona sirve sopa en un recipiente
mientras varios niños hacen fila para recibir comida en un albergue para
familias desplazadas por la violencia de las pandillas, en Puerto Príncipe,
Haití, el 14 de marzo de 2024. (AP
Foto/Odelyn Joseph)
(Odelyn Joseph / Associated Press)
PUERTO PRÍNCIPE,
Haití —
PUERTO PRÍNCIPE, Haití (AP)
— Unas 100 personas intentaban cruzar a empujones una cerca de metal en la
capital de Haití, Puerto Príncipe, mientras un guardia les hacía retroceder
amenazando con golpearlos con una porra. Sin inmutarse, niños y adultos por
igual, algunos con bebés en brazos, seguían dándose codazos para tratar de
entrar.
“¡Déjennos entrar! ¡Tenemos
hambre!”, gritaban una tarde reciente.
Intentaban acceder a un
albergue improvisado en una escuela abandonada. Dentro, los trabajadores
sumergían cucharones en cubos llenos de sopa y los vertían en recipientes de
poliestireno llenos de arroz para distribuirlos entre quienes se han quedado
sin casa a causa de la violencia de las bandas.
Alrededor de 1,4 millones de haitianos están al borde
de la hambruna y más de 4 millones necesitan ayuda alimentaria, según los
grupos de ayuda, que apuntaron que a veces comen una única vez al día, o
ninguna.
“Haití se enfrenta a un hambruna prolongada y masiva”,
dijo Jean-Martin Bauer, director del Programa Mundial de Alimentos de Naciones
Unidas para el país, a The Associated Press. En Croix-des-Bouquets, en la parte
oriental de la capital, hay “tasas de desnutrición comparables con las de
cualquier zona de guerra en el mundo”:
Las autoridades están intentando hacer llegar
alimentos, agua y medicamentos a los refugios improvisados y a otros lugares
mientras la violencia de las pandillas asfixia la vida en Puerto Príncipe y en
otras zonas, con muchas personas atrapadas en sus casas.
La situación obligó al primer ministro, Ariel Henry, a
anunciar en la madrugada del martes que renunciará en cuanto se cree un consejo
de transición. Pero los grupos que exigían su salida del poder han continuado
con sus ataques en varias comunidades.
Bauer y otros funcionarios dijeron que las bandas
están bloqueando las rutas de distribución y paralizando el principal puerto
del país, y que el almacén del Programa Mundial de Alimentos se están quedando
si cereales, frijoles y aceite vegetal mientras sigue repartiendo comidas.
Dentro del albergue improvisado en la escuela, las
cosas estaban algo más ordenadas y cientos de personas hacían fila para recibir
comida. Las más de 3.700 personas que se refugian allí compiten por un lugar
donde dormir y por compartir un agujero en el piso como retrete.
Marie Lourdes Geneus, una vendedora ambulante de 45
años y madre de siete hijos, contó que las bandas echaron a su familia de tres
casas distintas hasta que terminaron en el albergue.
De vez en cuando sale para intentar vender frijoles
para comprar algo de comida extra para sus hijos — que a veces comen solo una
vez al día — pero acaba perseguida por hombres armados y tirando sus productos
al suelo mientras corre.
Otro de los refugiados en la escuela, Erigeunes
Jeffrand, de 54 años, explicó que antes se ganaba la vida vendiendo hasta
cuatro carretillas cargadas de caña de azúcar por día, pero recientemente las
pandillas lo sacaron a él y a sus cuatro hijos de su vecindario.
Mandó a sus dos hijos menores a vivir con unos familiares
a una zona rural más tranquila del país, mientras que los dos mayores se
quedaron con él.
“¿Puede creer que yo tenía una casa?”, apuntó.
“Llegaba a final de mes. Pero ahora dependo de lo que la gente me da para
comer. Esto no es una vida”.
Decenas de personas han muerto en los últimos ataques
y más de 15.000 se han quedado sin hogar.
La situación ha impedido que grupos como Food for the
Hungry trabajen en un momento en que su ayuda es más necesaria que nunca.
Food for the Hungry opera un programa basado en el
reparto de dinero en efectivo que ayuda a unas 25.000 familias al año, explicó
Sander, agregando que los continuos saqueos y ataques a las entidades bancarias
han paralizado el sistema. “Desde el 29 de febrero no hemos podido hacer nada”,
aseguró.
Una mañana reciente, el olor a arroz cocido atrajo a
un grupo de adultos y adolescentes a una acera próxima al edificio donde
trabajadores humanitarios preparaban la comida que se repartiría en refugios en
otras partes de la ciudad.
“Sabemos que no es mucho”, dijo Jean Emmanuel Joseph,
responsable de la distribución de alimentos del Centro de Organización
Campesina y Acción Comunitaria. “Es una pena que no tengamos la posibilidad de
darles más”.
En el albergue, algunos adultos y niños intentaron
volver a la fila para recibir una segunda ración. La respuesta fue: “Ya ha
comido un plato (...) Deje que otros reciban uno”.
Según la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional, USAID, unos 5,5 millones de haitianos — casi la mitad de la
población — necesitan ayuda humanitaria, y prometió 25 millones de dólares
además de los 33 anunciados a principios de semana.
Bauer indicó que este año se ha financiado menos del
3% de la ayuda humanitaria solicitada para el país y apuntó que el Programa
Mundial de Alimentos necesita 95 millones de dólares en los próximos seis
meses.
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Coto informó desde San Juan, Puerto Rico.