AFP
Los
Ángeles
El
gobierno de Nicaragua informó el domingo que planteó la suspensión de su
relación diplomática con el Vaticano, en una medida que llega tres días después
que el papa Francisco comparase al gobierno de Daniel Ortega con “la dictadura
comunista de 1917 o la hitleriana del 35”.
En un
comunicado, la Cancillería del país centroamericano salió al paso a versiones
de prensa que más temprano hablaron de una presunta “ruptura” diplomática con
la Santa Sede, en medio de un ambiente de tensiones entre la administración
sandinista y la Iglesia católica local.
“Entre el
Estado Vaticano y la República de Nicaragua se ha planteado una suspensión de
relaciones diplomáticas”, señaló la nota de prensa del Ministerio de Relaciones
Exteriores. El comunicado no reveló los motivos de la medida.
Funcionarios
del Vaticano, que hablaron bajo condición de anonimato porque no ha habido
ningún anuncio oficial, dijeron el domingo por la noche que había una solicitud
de Nicaragua para cerrar las misiones diplomáticas de cada lado.
En una
entrevista al portal de noticias argentino Infobae el jueves, el papa Francisco
cuestionó al gobierno de Ortega, que el mes pasado condenó a 26 años de cárcel
al obispo Rolando Álvarez, una de las voces católicas más críticas. Ortega
incluso se ha referido a la Iglesia católica como “una mafia” y “la dictadura
perfecta”.
“No me
queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige (Daniel
Ortega). Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar
su testimonio y no aceptó el exilio”, dijo el papa en la entrevista.
“Es una
cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera (…) dictaduras
comunistas del 17 o hitlerianas del 35. Son un tipo de dictaduras groseras”,
agregó.
La
declaración de Francisco fue celebrada por los opositores a Ortega en
Nicaragua, que en los últimos años venían reclamando al Sumo Pontífice una
posición más crítica frente al gobierno nicaragüense.
Hace
exactamente un año, el gobierno de Managua expulsó al nuncio apostólico
Waldemar Stanislaw Sommertag, quien había abogado por la liberación de cientos
de opositores presos en 2018 y 2019. La Santa Sede expresó su “sorpresa y
dolor” por la medida y dijo que el nuncio fue conminado a “que dejara
inmediatamente el país”.
En agosto
pasado, la policía nicaragüense impuso un asedio de más de dos semanas en torno
a la Curia Episcopal de Matagalpa (norte), manteniendo cautivo al obispo
Álvarez junto a tres sacerdotes y cuatro colaboradores, quienes luego fueron
arrestados y condenados por supuesta “conspiración”.
El 9 de
febrero, el gobierno deportó a 222 “presos políticos”, incluyendo los
colaboradores de Álvarez, hacia Estados Unidos. El obispo se negó a abordar el
avión, tras lo cual fue condenado a 26 años de cárcel y encerrado en la cárcel
Modelo, un penal donde están recluidos miles de reos comunes.
El
presidente Ortega confirmó lo anterior en un discurso en el que llamó al
sacerdote de 53 años “soberbio”, “desquiciado” y “energúmeno”, por negarse a
ser desterrado.
El
mandatario sandinista ha acusado a los obispos católicos de apoyar a la
oposición durante las protestas sociales de 2018, que el gobierno de Managua
calificó como “un fallido golpe de Estado” para desestabilizar a Ortega.
Las
protestas fueron sofocadas con violencia por la policía y paramilitares afines
al gobierno, dejando como consecuencia 355 muertos, más de 2.000 heridos, 1.600
detenidos en distintos momentos y al menos 100.000 exiliados, según organismos
de derechos humanos.