EFE
Washington
Estados
Unidos alcanzó este jueves su actual techo de deuda de 31,4 billones de
dólares. Pese a lo que pueda parecer, la situación no es nueva y ese límite al
dinero que el país puede pedir prestado legalmente se ha elevado 78 veces desde
el año 1960. Entonces, ¿qué ocurre ahora?
"Esta
carta sirve para notificarle las medidas extraordinarias que el Tesoro ha
comenzado a tomar hoy", escribió hoy la secretaria del Tesoro
estadounidense, Janet Yellen, a los líderes de las dos cámaras del Congreso
para explicar cómo la Administración tratará de evitar un impago de la deuda
nacional en los próximos meses.
Estas
medidas incluyen suspender, hasta junio, los pagos al fondo de pensiones para
trabajadores públicos que no sean necesarios de manera inmediata -unos pagos
que deberán satisfacerse cuando se levante o se suspenda el techo de deuda.
También
se suspenden los pagos al servicio de salud de los jubilados del Servicio
Postal.
Los
ajustes tienen como objetivo evitar, al menos durante los próximos meses, que
el país incurra en un impago de su deuda pública, algo sin precedentes en la
historia.
Pero si
el Congreso, cuyo control está dividido entre conservadores -Cámara de
Representantes- y demócratas -Senado- no acuerda levantar o suspender el techo,
el país se verá forzado a dejar de pagar sus deudas, lo que podría provocar una
crisis financiera global.
Es, de
hecho, un mandato constitucional que "la validez de la deuda pública de
Estados Unidos autorizada por ley (...) no debe cuestionarse, un argumento que
la Casa Blanca esgrime para criticar a los legisladores republicanos que han
propuesto establecer condiciones para dar luz verde a un aumento del techo.
He ahí el
quid de la cuestión: legisladores conservadores, y entre ellos el presidente de
la Cámara Baja, Kevin McCarthy, han sugerido que pedirán recortes de
presupuesto para acceder a levantar el límite.
Algunos
medios estadounidenses enfocan el asunto como una demanda de los congresistas
más reaccionarios del Partido Republicano, que ostentan un gran poder en la
cámara por la estrecha mayoría de su partido.
Lo cierto
es que no es la primera vez que los conservadores tratan de ligar el techo de
deuda a la aprobación de límites de gasto.
En 2011,
durante la presidencia de Barack Obama (2009-2017), la Cámara Baja, entonces
controlada también por los republicanos, se negó a subir el límite hasta que el
demócrata accedió a aprobar una serie de restricciones al gasto público que han
estado vigentes hasta hace poco.
El
enfrentamiento generó la mayor incertidumbre en los mercados financieros desde
la crisis de 2008, y resultó en un aumento de 1.300 millones de dólares en los
gastos de financiación para el año 2011, según la Oficina de Rendición de
Cuentas del Gobierno estadounidense (GAO, en inglés).
El
acuerdo de entonces llegó dos días antes de que Estados Unidos se enfrentara a
la situación de ser incapaz de hacer frente a sus deudas, algo que llevó a la
agencia de riesgo Standard and Poor's (S&P Global) a rebajar la
calificación crediticia del país desde "AAA" a "AA+".
La medida
del límite de deuda fue instaurada en 1917 en Estados Unidos para dejar de
tener que aprobar cada petición de gasto del Tesoro durante la Primera Guerra
Mundial, sin perder de vista el tamaño de la deuda.
Según
resalta la Institución Brookings, ningún otro país del mundo, salvo Dinamarca,
tiene una regla separada que limita la deuda, algo que para ese laboratorio de
ideas demuestra la "inutilidad" de la medida.
Muchos
medios avisan de que incurrir en un impago de la deuda podría llevar a Estados
Unidos a sufrir una recesión inmediata. Como ejemplo, Brookings explica que en
1979, por un error administrativo, el país sufrió un impago parcial que elevó
los costes de financiamiento en 40.000 millones de dólares en moneda actual.
Un impago
total "sería jugar con fuego y pondría en riesgo la posición de EE.UU.
como prestatario sin riesgo en los mercados de crédito globales", dice la
institución.