Las inversiones sociales y en
infraestructura pueden convertirse en motores clave del crecimiento y la
prosperidad compartida, de acuerdo al informe del Banco Mundial.
No obstante, la fuerte incertidumbre que
recorre el mundo como resultado de la guerra en Ucrania, la subida de las tasas
de interés en los países desarrollados y las persistentes presiones
inflacionarias impactarán sobre las economías de la región.
La
inflación, que si bien en la mayoría de los países se encuentra en los niveles
de la OCDE, requiere de esfuerzos continuos para que esta descienda al nivel de
los objetivos anteriores.
“La
mayor parte de las economías recuperaron sus niveles prepandemia, pero esto no
es suficiente. Los países de la región tienen la oportunidad de reconstruir
mejor luego de la crisis y lograr sociedades más justas e inclusivas”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente
del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Además de poner en marcha las reformas e
inversiones necesarias para acelerar el crecimiento, los gobiernos deben
encarar los costos estructurales: los años de escolarización perdidos, las
vacunas no suministradas y el impacto diferido de la inseguridad alimentaria
que la recuperación del PIB disimula”.
La región está bien
posicionada para replantear su trayectoria de desarrollo. El empleo
prácticamente recuperó sus niveles de prepandemia, las escuelas reabrieron y,
con excepciones en el Caribe, la elevada tasa de vacunación contra la COVID-19
permitió el regreso a la normalidad.
No obstante, las secuelas de
la crisis persisten y deben ser atendidas.
tanto para
reactivar el crecimiento como para mitigar el aumento en la desigualdad.
“Manejar
la carga creciente de las deudas resultantes de la crisis mientras se genera un
margen fiscal suficiente como para realizar inversiones que promuevan el
crecimiento requiere de nuevas fuentes de ingresos que deberán ser
cuidadosamente analizadas, así como un mejor uso del gasto existente. En
promedio, se podría ahorrar el 17 por ciento del gasto público y, en dos
tercios de los países, este ahorro serviría para eliminar los actuales déficits
fiscales”, dijo William
F. Maloney, economista en jefe del Banco Mundial para América Latina y el
Caribe. “Racionalizar el
gasto del sector público es un paso hacia la construcción de gobiernos más
eficientes, receptivos y confiables”.
Esto incluye mejorar la eficiencia del
gasto: en promedio, el 4,4 por ciento del PIB — o 17 por ciento del
gasto público— se malgasta en transferencias mal dirigidas, deficiencias en las
contrataciones públicas y políticas de recursos humanos ineficientes.