UNICEF/Fauzan Ijazah Residentes de Kupang, Indonesia, son vacunados contra el COVID-19 con inmunizaciones donadas por COVAX. (Foto de archivo)
La pandemia de COVID-19 no
ha terminado. El virus continúa causando una pérdida significativa de
vidas y medios de subsistencia, obstaculizando así la recuperación económica
mundial.
Sin embargo, el director de la
Organización de la Salud (OMS) sostuvo este viernes que el mundo nunca
ha estado en una mejor posición para terminar con el COVID-19 como una
emergencia de salud global.
“El número de muertes semanales
reportadas se acerca el más bajo desde que comenzó la pandemia y dos
tercios de la población mundial están vacunados, incluido el 75% de los
trabajadores de la salud y las personas mayores”, destacó Tedros Adhamnon
Ghebreyesus en un evento celebrado en el marco del debate de alto nivel de la
Asamblea General de las Naciones Unidas.
El cónclave tiene el objetivo de evaluar los avances de las vacunas, diagnósticos y tratamientos contra el COVID-19, identificar las áreas prioritarias para acelerar el acceso equitativo a esos tratamientos y movilizar apoyo político adicional para poner fin a la pandemia este año.
Las disparidades implican riesgos
para todos
El responsable de la OMS alertó
de que los números alentadores ocultan una serie de disparidades que ponen en
riesgo a toda la gente y mencionó, por ejemplo que en los países de
renta baja sólo el 19% de la población está vacunada, en contraste con el
75% de inmunización en las naciones de ingresos altos.
Además, informó que un nuevo
estudio elaborado por especialistas del Acelerador ACT reveló que la tasa de
testeo a nivel mundial ha caído y que el acceso a nuevos antivirales en la
mayoría de los países de ingresos bajos y medianos es prácticamente
inexistente.
“Estas desigualdades no son sólo
un peligro para aquellos a quienes afectan directamente; son un riesgo para
todos. Por eso es esencial subsanarlas si realmente queremos terminar
con la pandemia”, advirtió.
Tenemos las herramientas
El mundo cuenta con las
herramientas para poner fin a la fase aguda de la epidemia, “no obstante, sólo
lo lograremos si vacunamos a todos los trabajadores sanitarios y a las personas
mayores, mantenemos las pruebas y ampliamos el acceso a antivirales
efectivos”, apuntó.
Tedros explicó que el
coronavirus no desaparecerá, pero que los países podrán hacer la transición
para controlarlo junto con otras enfermedades respiratorias.
El Secretario General de la
ONU, primer orador del evento subrayó la falta de preparación de los
sistemas de salud frente al surgimiento de la emergencia, y recordó que
aunque ningún país se escapó de la catástrofe, las naciones de renta baja y
media sufrieron el peor impacto.
António Guterres dijo que el
mundo ha progresado desde entonces y señaló que actualmente sólo diez
países, la mayoría de ellos atravesando crisis humanitarias, tienen una
cobertura de vacunación por debajo del 10%.
A las vacunas se suman los nuevos
medicamentos antivirales orales que, combinados con las pruebas, ofrecen
un camino claro para prevenir muertes entre los más
vulnerables. “Pero deben estar disponibles para todos”, añadió Guterres.
Refirió asimismo, que los países
están integrando cada vez más las medidas de COVID-19 en los
servicios y programas de salud de rutina.
“Las lecciones de estos éxitos
son claras. El virus es tratable. Podemos salvar vidas y podemos
controlar el virus, incluso entre las poblaciones de alto riesgo. (…) Si
pudiéramos combinar estas herramientas con una mayor ambición entre los líderes
mundiales, podríamos acabar con la pandemia este año. Pero eso requiere cerrar
tres grandes brechas”, aseveró.
Las tres brechas a las que aludió
Guterres son: las dosis de refuerzo, el testeo y la preparación para eventuales
emergencias.
Dosis de refuerzo
Tanto el Secretario General como
el director de la OMS enfatizaron la urgencia de administrar más dosis
de refuerzo, sobre todo entre los grupos de población de alto riesgo.
Guterres lamentó que la cobertura
de esas inmunizaciones permanezca baja a nivel global, aunque resaltó la peor
situación de los países de ingresos bajos, donde sólo el 35% de los
trabajadores sanitarios y el 31% de los ancianos está vacunada y ha recibido
refuerzos.
Nuestra principal prioridad sigue
siendo aplicar las vacunas, y esto incluye contrarrestar la
desinformación y las noticias falsas sobre la inmunización y el virus,
señaló.