AFP
Reino
Unido
Tras la
muerte de Isabel II, políticos de izquierdas y derechas compartieron anécdotas
de encuentros privados, que destacaron su profundo sentido del deber pero
también un agudo humor del que no estuvo a salvo ni el mismísimo James Bond.
Theresa May y el queso
caído
La ex
primera ministra conservadora Theresa May provocó un ataque de risa en la
Cámara de los Comunes al relatar un percance durante un pícnic con la reina en
su finca de Balmoral.
"Todos
colaboramos para disponer la comida y la bebida sobre la mesa. Cogí un poco de
queso, lo puse en un plato y lo llevé a la mesa. El queso cayó al suelo. Tuve
que tomar una decisión en una fracción de segundo. Recogí el queso, lo puse en
el plato y lo puse en la mesa. Me di la vuelta y vi que todos mis movimientos
habían sido observados atentamente por su majestad. La miré. Me miró y
simplemente sonrió. Y el queso siguió en la mesa".
Falsa paracaidista yas del
volante
El
también ex primer ministro conservador Boris Johnson habló en el Parlamento de
las bromas que compartió con la reina y de cómo ésta solía "asombrar"
a los turistas.
"Recuerdo
su júbilo inocente hace más de 10 años, tras la ceremonia de inauguración de
los Juegos Olímpicos de Londres, cuando le dije que un líder de un país amigo
de Oriente Medio parecía creer realmente que ella había saltado de un
helicóptero con un vestido rosa y se había lanzado en paracaídas sobre el
estadio", dijo en referencia al vídeo y la broma que abrieron esa ceremonia
en 2012.
De la
emoción, agregó, "puedo asegurarles como testigo presencial que condujo
ella misma en su coche, sin policía ni guardaespaldas, dando tumbos a una
velocidad alarmante por los parajes de Escocia, ante el total asombro de los
senderistas y turistas que nos cruzamos".
"Fue
esa indomabilidad, ese humor", pero también "esa ética del trabajo,
ese sentido de la historia, lo que la convirtieron en Isabel la Grande",
subrayó.
Ánimos a una ministra
destituida
La
veterana diputada laborista Harriet Harman relató el consuelo que le
proporcionó la reina tras su salida del gobierno en 1998.
"Cuando
me destituyeron (...) mi agenda quedó vacía y mi teléfono dejó de sonar. Mi
oficina se sorprendió al recibir una llamada del Palacio de Buckingham. Nadie
más quería saber de mí, pero la reina quería verme. Me invitaron a tomar el té
con la reina, para que ésta me agradeciera por mis servicios".
Risas para un líder
dimisionario
El
exlíder laborista Ed Miliband, que dimitió tras una aplastante derrota
electoral en 2015, bromeó con los diputados sobre cómo la reina le había
ayudado a reírse de su mala fortuna.
"Mientras
mi carrera caía en picado, la de mi mujer despegaba y fue (...) nombrada dama.
Los dos fuimos invitados al palacio para conocer a su majestad. Su majestad me
miró fijamente cuando nos vimos, y dijo 'oh, es usted, ¿qué hace aquí?',
sabiendo perfectamente por qué estaba allí. Tuvimos una conversación
maravillosa, y allí estaba ella a los 93 años, todavía llena de brío, vigor y
humor".
Irreverente con James
Bond
Daniel
Craig, el último actor que ha encarnado al célebre superagente al servicio de
su majestad James Bond, contó al presentador de la televisión estadounidense
Stephen Colbert una broma de la reina sobre la seria apariencia de su
personaje.
"Quería
hacer una broma y la hizo sobre mí. Nos estaban tomando fotos y dijo: 'así que
ahora es él el que no sonríe, bueno, me parece bien'", recordó Craig.