Una joven cuenta a Noticias ONU como pasó de ayudar a su comunidad indígena a ser su portavoz y de cómo pasó de ayudarles a organizarse a que ellos mismos sean capaces de hacerlo.
Laurentina
Nicacio tiene 27 años, pero desde los 15, momento en cual aprendió a leer y
escribir, viene realizando una ardua labor en defensa de la comunidad indígena
Wichí de la cual es parte. Se trata de una comunidad empobrecida y marginada
del norte argentino (principalmente en Salta, Formosa y Chaco) conformada por
aproximadamente 40.000 personas a quienes les falta alimento, acceso al agua,
atención sanitaria, y empleo digno.
Vive en la
localidad de Ballivián, en la provincia de Salta, poblada por otras 800
familias wichí y si bien su lucha comenzó tímidamente desde su adolescencia, su
ímpetu y llamado a la acción hicieron que a través de los años se comprometa
con más fervor, convirtiéndose en referente de su comunidad, en la voz que la
defiende y que reclama, pero que además transforma las palabras en hechos.
Comenzó su
activismo asistiendo a las madres de la comunidad en materia de salud: les leía
los prospectos de los medicamentos, y se aseguraba que siguieran las
instrucciones de los trabajadores de la salud para resolver las situaciones de
enfermedad de sus hijos. De esa forma empezó a involucrarse para detectar las
necesidades básicas de su comunidad, para asesorar a las familias en el proceso
de consecución de su documento de identidad y para incentivarlas a sumarse a
microemprendimientos.
“No me di cuenta
de que me estaba transformando en la voz de la comunidad. Era muy joven cuando
comencé con la participación pública y al principio sentía que la edad me
jugaba en contra, no la pasaba bien, por eso decidí informarme,
capacitarme, y hoy ya siento que el respeto y la atención que recibo es otra”,
expresó la joven.
De aprender a hacerse escuchar a
amplificar su voz
2021 fue un año que evidenció el
crecimiento de Laurentina con resultados muy concretos que cobraron sentido en
su comunidad y en su vida personal.
Durante seis meses trabajo como
técnica bilingüe en un proyecto enmarcado en la Inciativa Spotlight (un
programa de Naciones Unidas y la Unión Europea orientado a eliminar
todas las formas de violencia contra las mujeres y las niñas) en las
localidades de Ballivián y Coronel Cornejo, Salta. Su trayectoria y
credibilidad en el territorio hicieron que Laurentina fuese una líder
reconocida, capaz de responder y asesorar a las mujeres que atraviesan el dolor
que provoca este flagelo.
“Acá hay mucha violencia, yo lo
venía planteando en distintos espacios de mujeres durante años, es un problema
muy grave dentro de la comunidad, y a través de estos encuentros muchas
mujeres lograron un cambio de vida, pudieron comprender cómo enfrentar el
problema y cómo pedir ayuda, se me acercaron muchas de ellas a
conversar y los resultados después de la implementación del proyecto fueron muy
notorios,” aseguró.
Ese mismo año Laurentina creó la Fundación
Juala, la cual reside con otras dos personas, y que cuenta con el trabajo de
casi veinte voluntarios.
“La Fundación la armé porque para
seguir apoyando a mi comunidad y que otros actores se involucraran.
Necesitábamos este espacio, que fue clave para que se abrieran más puertas, fue
un proyecto que nació mientras cursaba un taller literario, y mis compañeras y
compañeros me impulsaron a que finalmente tome la decisión de concretarlo.”
Muchas carencias y pocos recursos
“Son varios los proyectos que
estamos desarrollando, entre ellos campañas de recolección de alimentos y
calzado para el día del niño. Recibimos mucha ayuda de individuos y del sector
privado, pero nunca es suficiente y a veces es muy triste tener que
determinar quiénes son los más necesitados para entregarles las donaciones,
teniendo que dejar sin nada a muchas familias y niños”, expresó Laurentina con
mucha tristeza.
Destacó, además, el trabajo que
se realiza a través de la fundación para asistir a la población en materia
sanitaria. La localidad se encuentra despojada de profesionales, tienen un solo
centro de salud a un kilómetro de distancia, que muchas veces no cuenta con la
presencia de personal especializado, por ejemplo, mencionó que hace un mes que
no asisten pediatras. Las ambulancias tardan más de una hora en llegar
a destino y en ocasiones no llegan, razón por la cual hace pocos días atrás
una mujer de la comunidad tuvo que dar a luz a su niña en un patrullero policial.