Su anterior proyecto es hoy un caso de
estudio de cómo se fabrica una burbuja que termina estallando, pero eso no ha
sido obstáculo para que su nueva aventura empresarial esté ya valorada en
US$1.000 millones. Y eso que faltan meses para que sea lanzada.
Hablamos de Adam Neumann, el excéntrico emprendedor que en 2010 montó WeWork, una empresa de alquiler
de espacios de trabajo o co-working y
que en su mejor momento llegó a estar valorada en US$47.000 millones.
Para 2019,
cuando estaba a punto de salir a bolsa, quedó claro que su valor real estaba
muy por debajo de su valor estimado —sus pérdidas eran tan espectaculares como
su valoración —, y Neumann se vio obligado a dejar el cargo de director
ejecutivo.
Sin embargo,
el empresario parece no haber perdido un ápice de su capacidad para convencer a
los mayores inversores de que apuesten por él.
Y
de la misma manera que consiguió miles de millones de SoftBank — uno de los
fondos de capital riesgo más importantes del mundo — para WeWork, ya tiene
afianzado un buen respaldo financiero para su nueva iniciativa, de la que poco
se conoce más allá de su nombre, Flow, y que tiene que ver con bienes y raíces.
Aunque
ese no es el único talento que le acompaña de su pasado. También lo hace la
habilidad para generar controversia.
Pero
vayamos por partes…
Del kibutz a WeWork
Neumann
nació en Tel Aviv en 1979. Disléxico, no aprendió a leer y escribir hasta
tercer grado, y sirvió durante cinco años en el ejército de Israel. "Allí
conocí a la mayoría de los que son mis mejores amigos hoy", le contó al
diario israelí Haaretz en 2017.
En 2001
decidió mudarse a Nueva York.
Su
objetivo en la ciudad estadounidense era "conseguir un gran
trabajo, divertirse mucho y ganar grandes cantidades de dinero", según
le contaría en 2017 al medio especializado en tecnología TechCrunch.
Neumann ha tenido una vida personal
"glamurosa" junto a su hermana Adi (con quien aparece en la foto) y
su esposa Rebekah, prima de la actriz Gwyneth Paltrow.
Empezó por matricularse en la Escuela de
Negocios Zickling del Baruch College, un centro público que forma parte de la
City University de Nueva York, y por frecuentar los clubs nocturnos de la Gran
Manzana con su hermana y compañera de piso Ari, una modelo y ex Miss Teen
Israel.
Cuando
apenas le quedaban cuatro créditos para graduarse, Neumann decidió dejar la
carrera y meterse de lleno en el mundo empresarial (terminaría la licenciatura
en 2017).
Era algo que
llevaba tratando desde que era estudiante, primero con el diseño de unos
zapatos con tacón plegable que pasó sin pena ni gloria y después con una marca
de ropa de bebé con rodilleras incorporadas, Krawlers.
Esta última
idea derivó en Egg Baby, que estableció en
2006 y se convirtió en su primera compañía de éxito.
Fue en ese
tiempo que conoció a Miguel McKelvey, quien
sería su socio en WeWork.
Conectaron
rápido y McKelvey lo convenció para que mudara su negocio al edificio del
barrio de Brooklyn en el que él trabajaba.
En aquel lugar, en una de sus frecuentes
lluvias de ideas o braimstormings,
se les ocurrió que podía haber negocio en alquilar el espacio vacío de las
oficinas a otros que quisieran ocuparlo temporalmente.
Así nació
Green Desk, una empresa de trabajo conjunto. La venderían pronto, pero se quedaron
con la idea y la desarrollaron hasta lo que terminó siendo WeWork.
Neumann
también ha vinculado el origen de la compañía a su historia personal,
relacionándolo a su infancia itinerante y al tiempo que pasó viviendo en un
kibutz, una colonia agrícola comunitaria. De hecho, le dijo al diario israelí Haaretz que a veces se
refería a WeWork como "Kibbutz 2.0".
La creación
del eslogan de la empresa, "haz lo que amas", se le atribuye a su
esposa Rebekah Neumann, a quien conoció
durante sus años de estudiante y es prima hermana de la actriz Gwyneth Paltrow
(su nombre de soltera es Rebekah Paltrow) y amiga de la hijísima Ivanka Trump.
La
compañía abrió su primer espacio de co-working en el barrio
neoyorquino de Little Italy, y con Neumann al frente y un elenco de inversores
de primera categoría como el japonés Masayoshi Son, dueño de SoftBank, siguió
expandiéndose por 120 ciudades de 40 países y se volvió
la start-up con más valor de Estados Unidos.
Esa fue
la cima desde la que empezaría a caer.
La caída en desgracia
Estando
en la vorágine de crecimiento, el de Neumann dejó de ser un negocio de alquiler
de oficinas y se empezó a conformar el imperio "We".
Nació
WeLive, vivienda comunitaria, WeGrow, la escuela en la que los Neumann
matricularon a sus cuatro hijos mayores (hoy tienen seis) y con la que querían
iniciar una red internacional de colegios para hijos de nómadas digitales, y
Rise by We, una cadena de gimnasios.
La marca "We" se volvió un
imperio.
También tuvo otras ideas fallidas,
mientras daba rienda suelta a sus
excentricidades, como caminar descalzo por las oficinas, instalar una
piscina de inmersión y una sauna de infrarrojos en su despacho.
Y su ya
conocida afición por la fiesta y
las dudas acerca de su capacidad de gestión, sumado a operaciones que podrían
considerarse desleales hacia la empresa —como la adquisición de inmuebles que
posteriormente alquilaba a WeWork — pronto empezaron a hacer mella en los
inversores.
Estos empezaron a preguntarse si WeWork
valía realmente los US$47.000 millones que se le estimaban.
En 2019, por
la desconfianza de los mercados y antes de arriesgarse a que la operación fuera
un fracaso, la compañía decidió posponer su salida a bolsa y averiguar cuál era
su situación real.
A ello le
siguió la renuncia como director ejecutivo de Neumann, a quien algunos
inversores llegaron a denunciar en los tribunales.
La demanda
no prosperó, y a los US$1.000 millones
obtenidos por la venta de sus participaciones se le sumaron US$185 millones por
seguir como asesor de la compañía.
Eso sí,
para cuando WeWork salió por fin a bolsa el año pasado, su valoración ya se
había rebajado a US$9.000 y hoy apenas alcanza los US$4.100 millones.
La
historia dio para ríos de tinta en los medios, un podcast de
diez capítulos dirigido por David Brown, WeCrashed: The Rise and Fall
of WeWork, que luego inspiró una miniserie de televisión, estrenado en
Apple TV+ el pasado marzo y en el que Jared Leto y Anne Hathaway dan vida al
matrimonio Neumann.
¿Otra "revolución"?
Pero
aquella historia no acabó con el Neumann emprendedor, quien parece listo para
volver a la carga con una nueva idea, Flow, y un buen respaldo.
De la
empresa no se sabe mucho.
En enero
el medio económico The Wall Street Journal reportó que
Neumann había comprado participaciones de más de
4.000 viviendas en Estados Unidos, desde Miami y Fort Lauderdale,
a Atlanta y Nashville, con el objetivo de crear "una marca de apartamentos
ampliamente reconocida, equipada con todo tipo de comodidades".
Según
adelantó The New York Times, Andreessen Horowitz, una
legendaria firma de capital riesgo que en su día apostó por Facebook y
Airbnb, habría invertido US$350 millones en la nueva aventura de Neumann.
Según el
medio estadounidense, que cita tres fuentes conocedoras de las inversiones
hasta el momento en Flow, esta tendría una valoración de más de US$1.000
millones de dólares.
Esta
semana Andreessen Horowitz confirmó en su blog el respaldo a Flow, describió a
Neumann como un "líder visionario" que "básicamente rediseñó la
experiencia de la oficina" y apostó a que hará lo mismo con las viviendas
de alquiler.
"Nos encanta ver a emprendedores
construir sobre éxitos pasados y crecer a partir de las lecciones
aprendidas", se dice en el blog.
"Creemos
que es natural que, para su primera iniciativa desde WeWork, Adam vuelva a
conectar a la gente, transformando sus espacios físicos y construyendo
comunidades allí donde la gente pasa más tiempo: sus hogares", siguió.
"Los bienes raíces, el activo más grande del mundo,
están listos para exactamente este cambio".
Ni Flow, que
según su página web será lanzado en 2023, ni Horowitz han respondido a las
solicitudes de entrevista de Natalie Sherman, reportera de negocios de la BBC.
Pero no
todos han sido elogios para Neumann.
Algunos
inversores han puesto el grito en el cielo ante el nivel de apoyo recibido por
alguien con ese historial y otros subrayan la brecha
entre la financiación que consiguen los proyectos de "hombres
blancos en Silicon Valley" y las start-ups lideradas por mujeres o emprendedores
de otros orígenes étnicos.
"Hay
una razón por la que esto está causando tanto revuelo... Se debe al tamaño del
cheque, a la financiación sin precedentes que recibe alguien con fama de hombre
de negocios inmoral. Genera una reacción emocional", le dijo a la BBC
Allison Byers, fundadora y directora ejecutiva de Scroobious, cuyo objetivo es
ayudar a las empresas emergentes dirigidas por grupos subrepresentados a
encontrar financiación.
Ha sido una
de tantos usuarios que han acudido a las redes sociales para expresar su
frustración por la inversión en Flow. "Estamos sujetos a estos estándares
imposibles. Ese es el ultraje".
La gran
apuesta por Neumann llega además en un momento en el que gran parte de la
industria tecnológica se enfrenta a una desaceleración, lo que dificulta que
las nuevas empresas recauden dinero y ha provocado despidos y ralentizaciones o
congelaciones de contrataciones.
La inversora
Leslie Feinzaig, fundadora y directora gerente del fondo de capital riesgo
Graham & Walker también describe la noticia del espaldarazo a Neumann como
un "golpe en el estómago".
"Mi
reacción inmediata fue: 'Ojalá las mujeres tuvieran la misma oportunidad de
fracasar de forma tan espectacular como lo ha hecho Adam Neumann".
El año
pasado solo el 2% del capital riesgo en EE.UU. fue a parar a empresas fundadas
exclusivamente por mujeres, el porcentaje más bajo desde 2016, según Pitchbook,
una empresa que maneja datos de mercados de capital privado.
Y el
porcentaje destinado a compañías con fundadores afroestadounidenses fue aún
menor, según Crunchbase, una plataforma que agrupa información empresarial
sobre compañías privadas y públicas.
"El
verdadero espíritu empresarial consiste en la capacidad de recuperarse de los
errores y los tropiezos, pero Andreessen no solo le concedió eso" a
Neumann, "parece que además lo está celebrando", concluye Feinzaig.
Sea como fuere, está por ver si el desenlace de esta nueva aventura termina pareciéndose al de WeWork. Fuente: BBC News Mundo