AFP
Puerto Príncipe
"Las balas volaban", cuenta el periodista
haitiano Wilmann Vil. Es el único sobreviviente del reciente ataque de una
pandilla a las afueras de Puerto Príncipe, en el que murieron otros dos
reporteros haitianos.
El propio Vil se encuentra en la clandestinidad,
con temor de que la pandilla, una de las muchas que azotan la capital de Haití,
pueda encontrarlo.
En ese encuentro fatídico del jueves, Vil y sus
colegas Wilguens Louissaint y Amady John Wesley caminaban por una rivera ya
seca, en el corazón de una montaña que sobresale en Puerto Príncipe, mientras
trabajaban en una historia.
Miembros de una pandilla, que busca dominar el área
y controlar un paso estratégico del sur del país, abrió fuego de repente cuando
los reporteros andaban.
"Las balas volaban, lloviendo sobre
nosotros", dice Vil a la AFP en una entrevista telefónica el sábado.
El reportero de 31 años logró esconderse detrás de
algunos árboles cercanos y, al subir una rocosa colina, trabajadores de una
finca lo resguardaron.
- Ráfaga de disparos -
En el caos del momento, Vil perdió a sus colegas.
"Tomé mi teléfono para llamar a Amady", con quien había trabajado por
años.
"Le pregunté dónde estaba y respondió: 'Estos
tipos me agarraron, estoy con ellos'", recuerda Vil, quien trabaja para el
portal web RL Production.
Fue cuando Vil escuchó que su colega le pedía a los
delincuentes que lo perdonaran a Louissaint y a él.
"Amady seguía diciéndoles: 'No somos bandidos,
somos periodistas. Estábamos reportando", rememora.
Vil puso su teléfono en altavoz para que los
agricultores que lo resguardaban pudieran oír.
Todo lo que escucharon fue una ráfaga de
disparos.
Así, Vil supo que era el único sobreviviente, y que
necesitaba irse rápido.
Vecinos le dieron ropa para que pudiera disfrazarse
y lo llevaron a una casa para esconderlo.
En el camino, dice, "vi tipos armados ya en
las terrazas que estaban buscándome".
Sabiendo el riesgo que corrían al protegerlo, los
agricultores buscaron un mototaxi para sacarlo, junto con un oficial local,
fuera de la zona controlada por la banda criminal.
- "Mejor armados que la
policía" -
Aunque logró escapar de la amenaza, Vil asegura que
su vida anteriormente tranquila se resquebrajó.
Su hija de cuatro años tiene miedo y "no
duerme", lamenta Vil. Él y su familia se han estado quedando con amigos,
temerosos de que la banda tenga espías en su vecindario.
Vil sabe cómo operan las bandas, pues se las ha
encontrado en varias ocasiones mientras reportea.
"Estos tipos son todopoderosos", señala.
"He visto cómo operan en los barrios".
"Tienen muchas más armas y gente trabajando
para ellos de lo que uno podría imaginar".
Denunció los fallecimientos de sus colegas a la
policía, pero con pocas esperanzas de que los asesinos rindan cuentas.
"Ellos saben quienes son (...) incluso tienen
sus números telefónicos", afirma.
No obstante, cuestiona la habilidad de la policía
para desarticular a las bandas delictivas en las áreas que controlan, apuntando
que están "mejor armados que la policía".
También culpa a ciertas personas con poder, que no
nombró, por el hundimiento de Haití en el caos.
"No estoy defendiendo a los bandidos, son
culpables", asevera. "Pero los políticos y el sector privado en Haití
también son culpables, porque estos tipos en los barrios no tienen el dinero
que necesitarías para comprar la clase de armamento que vi".
Ahora, resignado, piensa trasladar a su familia al
extranjero.
"El país", considera, "está
realmente acabado por el crimen".