J.C. Malone
JCMalone01@aol.com
Nueva York, Estados Unidos
Con más de un 75% de abstención, el demócrata Eric Adams se convirtió el
pasado martes en el primer ex capitán policial electo a la alcaldía
neoyorquina.
De 5.6 millones de neoyorquinos registrados para votar, aproximadamente
1.2 millón votó, para una abstención de un 79%. Con el 78% de los escrutinios
computados, Adams obtuvo 676,481 votos para un 67% mientras su oponente
republicano Curtis Sliwa obtuvo 293,127 para un 29%.
La abstención aumentó en cuatro años. En las elecciones municipales del
2017, votó poco más de un millón, poco menos del 25% de los 5 millones de
votantes registrados, el 75% se abstuvo.
En las elecciones del martes los inversionistas políticos que
financiaron la campaña de Adams estaban más entusiasmados que los electores, y
eso es grave, muy grave. Adams, nativo de Brooklyn, es el primer alcalde nacido
y criado en la ciudad en los últimos 40 años. Tras retirarse de la policía fue
electo al Senado Estatal en Albany, actualmente preside el Condado de Brooklyn
y ahora va camino a la alcaldía.
Eric, un enigma
Entre neoyorquinos, lo único que supera la abstención es la
incertidumbre, pocos saben qué tipo de alcalde será Adams. De Adams
esperamos la macana del policía, la sutileza del político, una combinación de
ambas cosas o ninguna. Como recibió dinero de republicanos, demócratas
derechistas, liberales y votantes independientes, quizá Adams mismo no sepa qué
tipo de alcalde será, hasta que llegue a la alcaldía.
Se
han escrito muchas historias en periódicos, canales de televisión, radio y
portales de internet, entrevistando gente que lo conoce, sus más cercanos
colaboradores y al mismo Adams. Y la forma como Adams se define, aumenta
la incertidumbre; dice ser “moderado pragmático” y “progresista original”, si
ponemos esos conceptos en una licuadora, terminaremos con mucho humo negro y un
fuerte olor a motor quemado.
Las
grandes corporaciones que se reparten los 100 mil millones del presupuesto
neoyorquino, invirtieron en la campaña de Adams. Los pronósticos más optimistas
anticipan “más de lo mismo”.
Millones
de inquilinos están preocupados por el acercamiento entre Adams y uno de los
grupos más despreciados de la ciudad: los administradores de propiedades de
alquiler. Eso augura aumentos en la renta, el impuesto a los alquileres es una
buena parte del ingreso municipal neoyorquino, aumentándola, ganan caseros y
alcaldía.
Hay
algo, sin embargo, mucho más preocupante que el aumento de la renta, y es una
amenaza directa y peligrosa contra la democracia misma.
La Abstención
La
ciudad de Nueva York tiene unos 9 millones de habitantes, de ellos 1.3 millón
votó, y unos 700 mil votaron por Adams. Algo está absoluta y
meridianamente claro aquí: no habrá un “gobierno de las mayorías”.
En
estas elecciones participó el 21% de los votantes registrados, una reducción de
4% comparado con el 2017 cuando votó un 25% de los inscritos. Y eso fue un
gigantesco paso de avance comparado con el 2013, cuando solo votó un 13% de los
inscritos. Los 700 mil que votaron por Adams el martes, representan el 0.0875%
de los 9 millones de neoyorquinos, esto es menos del 1%. Eso se explica porque
el 1% controla la economía, la misma proporción, el 1% controla la política.
Así
como las grandes corporaciones controlan grandes y pequeños negocios,
aplastando todo intento de competencia, las maquinarias políticas aplastan
todos los brotes orgánicos de liderazgos alternativos. Si el 1% de los
políticos y empresarios controlan la sociedad, en honestidad, necesitamos otro
nombre para este sistema político, porque no es “democracia”. No es un gobierno
“del pueblo, para el pueblo”, nos gobierna una componenda entre políticos y
empresarios.
Lo
que ocurre en Nueva York se replica en muchas partes del planeta, nuestra
“democracia” degeneró en “componendocracia”.