Es difícil saber
si Daniel Ortega se enfermó por el poder, está enfermo por mantener el poder o
ambas cosas, pero esto –ahora y a efectos prácticos– no importa. Lo cierto es
que un hombre que en su historia registra hechos loables (como su participación
en la lucha antisomocista o cuando, aceptando su derrota electoral de 1990,
entregó, como corresponde, la presidencia a su sucesora, Violeta Barrios de
Chamorro, de la alianza opositora) se ha transformado en un presidente
autócrata y autoritario, aliado, hasta hace poco, a las grandes fortunas
(Consejo Superior de la Empresa Privada mediante), capaz de reprimir sin piedad
a su pueblo, junto con el cual no supo, no quiso o no pudo construir calidad de
vida ni una institucionalidad democrática, transparente, que le permitiera
realizar, en libertad, pacíficamente, su destino.
Vistos desde
nuestras latitudes, los sucesos actuales pueden parecer una inesperada caída al
abismo. Sin embargo, no lo son. Ortega y el sector del Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN) que lo sigue fueron transitando un largo proceso de
deterioro, que registra episodios de corrupción, abandono de principios,
enriquecimiento ilícito, maniobras y acomodos junto con la peor derecha,
destinados a amasar fortunas y a perpetuarse en el poder. Todo esto fue
pasando, para la mayoría de nosotros, que lo observamos desde la lejanía poco
informada, bastante inadvertido. No obstante, había hechos contundentes que sí
se conocían; entre otros:
·
Su enorme enriquecimiento a
partir de 1990 y, más aún, desde su vuelta al poder en 2007, en una fórmula
cuyo candidato a la vicepresidencia era un banquero vinculado a la contra.
·
Los pactos electorales que
hizo con el empresario y dirigente derechista Arnoldo Alemán (presidente de
Nicaragua entre 1997 y 2002, famoso por la «derivación» de millones de dólares
del Estado a cuentas personales y familiares), destinados a bajar el porcentaje
de votos necesarios para conquistar la presidencia y obtener la reelección
presidencial, que ahora transformó en indefinida.
· Su persecución, ya nuevamente como gobernante, de los veteranos sandinistas y las organizaciones que crearon después de irse de «su» partido, que llevó a Dora María Téllez a hacer, en 2008, una huelga de hambre en el centro de Managua, que logró una gran repercusión y solidaridad popular, a la cual apoyaron con una carta, entre muchos intelectuales, Noam Chomsky, Juan Gelman, Eduardo Galeano y Mario Benedetti.
· Su cruel hostigamiento al
poeta y sacerdote Ernesto Cardenal (el mismo que, por ser ministro de la
revolución sandinista, debió soportar las iras y las sanciones papales),
imponiéndole desde el Estado, en 2017, una multa de 800 000 dólares (¡!) por el
uso indebido de predios e infraestructura (una escuela de formación de líderes
campesinos construida por la revolución del 79, posteriormente transformada en
hotel) en los terrenos de lo que fue aquella comunidad de Solentiname, que
pertenecen –como sostuvo Cardenal– a la Asociación para el Desarrollo de
Solentiname, pero que la viuda de su administrador reclama como propiedad
privada.
Fue en uno de esos
islotes olvidados del mundo del Gran Lago de Nicaragua donde Cardenal compró
unas manzanas de tierra, en las que fundó y asentó, a mediados de los sesenta,
una comunidad cristiana para artistas y artesanos en convivencia integradora,
alfabetizadora y culturizadora con agricultores, pescadores y demás lugareños.
Icónica en el mundo, cosechó el odio de la dictadura de Anastasio Somoza, fue
referencia en la teología de la liberación y origen de sandinistas que se
brindaron por entero a la revolución. Fue por esto que la dictadura de Somoza
la destruyó en 1977. Cardenal también recibió la solidaridad de poetas,
escritores y asociaciones civiles y políticas del mundo entero.
También sabíamos
que Ortega fue, sucesivamente:
·
Integrante y
coordinador-presidente de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional entre
1979 y 1985;
·
Presidente de Nicaragua entre
1985 y 1990;
·
Candidato a la presidencia por
el FSLN –además de que ejerció ininterrumpidamente la jefatura de este– de 1990
en más;
·
Presidente de Nicaragua entre
2007 y 2012;
·
Presidente de Nicaragua entre
2012 y 2017;
·
Presidente de Nicaragua –esta
vez la vicepresidencia la ejerció su esposa, Rosario Murillo, quien es tan
responsable como él de lo que está pasando– entre 2017 y 2022.
Pero no fue hasta
2018 –cuando se reprimieron a mansalva las protestas pacíficas (sobre todo las
estudiantiles) que conmovían al país, en las que centenas de nicaragüenses
murieron, otros fueron apresados y torturados, y miles debieron emprender el
exilio– que Nicaragua volvió a ser cotidiana en nuestras vidas. En esa ocasión,
una parte de quienes militamos por la democracia, los derechos humanos, el
progresismo y/o la izquierda nos solidarizamos con las víctimas y exigimos al
Gobierno nicaragüense que cesara la represión; otra prefirió dar por buena la
«explicación» orteguista que atribuía todo a una desestabilización golpista
orquestada por Estados Unidos y se plantó en un cómodo «antimperialismo»; otro
sector directamente no le prestó atención y actuó como si no pasara nada.
Desde esa fecha,
han continuado la obstaculización y el hostigamiento contra los organismos de
derechos humanos, como el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, presidido
por una inclaudicable luchadora, la doctora Vilma Núñez; el desconocimiento de
las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y de las
recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Se ha
actuado contra la prensa no oficialista y contra los opositores. A principio de
este mes fueron detenidos cuatro precandidatos presidenciales (Cristiana
Chamorro, Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan S. Chamorro) y el fin de semana
del 12 y el 13 de junio varios militantes con responsabilidades en la Unión
Democrática Renovadora, antes llamado Movimiento de Renovación Sandinista,
entre ellos, Ana Margarita Vijil, los comandantes revolucionarios Dora María
Téllez y Hugo Torres, además de Víctor Hugo Tinoco, quien, en el período
1979-1990, fue negociador en el proceso de paz, embajador ante la Organización
de las Naciones Unidas y vicecanciller. Todo en tiempos próximos a las
elecciones fijadas para noviembre, en las que muy probablemente Ortega volverá
a postularse a la presidencia.
Los derechos
humanos no son una concesión graciosa de los Estados y sus gobiernos: son
conquistas de los pueblos. Los Estados que los reconocen y plasman en distintos
instrumentos jurídicos tienen el deber de promoverlos y respetarlos. Para
conquistarlos fue necesaria una infinidad de luchas de distinto tipo, en
distintos lugares y épocas, con distintas inspiraciones filosóficas, políticas
y religiosas. Así se fueron sucediendo y entrelazando las luchas contra la
esclavitud, por los derechos laborales, por la independencia, por los derechos
de las mujeres, contra el racismo, por la libertad, por el cuidado del
ambiente, etcétera, hasta conformar una malla –sin solución de continuidad– que
sustenta, en esta desquiciada y trágica contemporaneidad, los sempiternos
anhelos y las luchas populares emancipadoras. No son exclusividad de nadie: son
patrimonio de la humanidad y, como tales, nos asisten y obligan a todos sin
diferencias de ningún tipo, aquí, en Colombia, en Palestina, en Myanmar, en el
Mediterráneo o donde sea. Son el corazón de la esperanza de un mundo mejor.
Defenderlos, que es un deber, nos educa a todos y es una sólida guía en la
construcción de nuestros países para un ahora y un futuro justos y promisorios.
No es digno ni decente defenderlos cuando, por «razones políticas», nos
conviene y callar cuando no. Tampoco es válido «justificar» su violación porque
otros «los violan más» ni la hipocresía de políticos, partidos y Gobiernos
propensos a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Una vez más con
preocupación, con pena y con fuerza, nos solidarizamos con las víctimas y
exigimos al Gobierno de Nicaragua que cese la persecución y la
represión, que libere a los presos políticos y respete el Estado de derecho.
Invitamos a los sectores democráticos y populares a solidarizarse sin temor a
que los confundan con los oportunistas que hoy se espantan por lo que sucede en
Nicaragua por mera conveniencia publicitaria, pero que no vacilan en
arrebatarles a sus pueblos aun sus banderas más sagradas con tal de sacar
provecho. Más bien, quienes ayer callaron deben preguntarse cuánto contribuyó
su silencio –sin quererlo– a la soberbia y la impunidad con las que el
orteguismo protagoniza una nueva satrapía y cuánto mal le hace este silencio a
la conciencia humanitaria que tanto necesitamos para contribuir a un mundo más
justo, libre y fraterno.
Firman:
1.Ademar Olivera,
Uruguay2.Adriana Belloso, Uruguay
3.Adriana Grisoni, Uruguay
4.Agustín Cano, Uruguay
5.Alberto Rosselli, Uruguay
6.Aldo Marchesi, Uruguay
7.Alejandro Bielli, Uruguay
8.Alvaro F. Días Spinelli, Uruguay
9.Alvaro García, Uruguay
10.Américo Rocco, Uruguay
11.Anabel Rieiro, Uruguay
12.Angel Caputi, Uruguay
13.Antonio Carámbula, Uruguay
14.Asdrúbal López Zuasnábar, Uruguay
15.Aynn Setright, USA
16.Barbara Byers, USA
17.Bernardo Ramazzi, Uruguay
18.Brigitte Hauschild, Alemania
19.Carlos Lamancha, Uruguay
20.Carolina Pallas, Uruguay
21.Christian Di Candia, Uruguay
22.Claudia Conteris, Argentina
23.Claudio Invernizzi, Uruguay
24.Constanza Moreira, Uruguay
25.Cristina Pastro, Uruguay
26.Daniel Bolani, Uruguay
27.Daniel Gatti, Uruguay
28.Daniel Martínez, Uruguay
29.Denise Chávez, USA
30.Edgardo Rubianes, Uruguay
31.Eduardo Joly, Argentina
32.Eduardo León Duter, Uruguay
33.Eduardo Pirotto, Uruguay
34.Edward J. McCaughan, USA
35.Elena García, Uruguay
36.Emilia M. Carlevaro, Uruguay
37.Ernesto Kreimerman, Uruguay
38.Eva Ana Tost, Uruguay
39.Ewe Vaz, Uruguay
40.Fernando Butazzoni, Uruguay
41.Fernando López D’Alessandro, Uruguay
42.George Bowering, Canada
43.Gerardo Caetano, Uruguay
44.Gonzalo Reboledo, Uruguay
45.Gonzalo Serantes, Uruguay
46.Graciela Muslera, Uruguay
47.Graciela Villar, Uruguay
48.Gregory Randall, Uruguay
49.Gustavo Olmos, Uruguay
50.Gustavo Ramos, Uruguay
51.Hugo Achugar, Uruguay
52.Inés Vidal, Uruguay
53.Isabel Carlevaro, Uruguay
54.Jesús Munárriz, España
55.Jorge Humberto Chávez, México
56.Jorge Pedro Zabalza, Uruguay
57.José Díaz, Uruguay
58.Juan Carlos Herrera, Uruguay
59.Juan Carlos Pita Alvariza, Uruguay
60.Juan Raúl Ferreira, Uruguay
61.Juana Canosa Bonjour, Uruguay
62.Judith Parnás, Uruguay
63.Julio Dimitrioff, Uruguay
64.Julio García, Uruguay
65.Laura Carlevaro, Uruguay
66.Laura Fernández, Uruguay
67.Lee W. Field, USA
68.Lía Margarita Randall, Uruguay
69.Lilian Celiberti, Uruguay
70.Lincoln Bergman, USA
71.Lucio Ornstein, Uruguay
72.Lucy Garrido, Uruguay
73.Lucy R. Lippard, USA
74.Luis Calegari, Uruguay
75.Luis María Benvenuto, Uruguay
76.Lynda Yanz, Canada
77.Mabel Bellucci, Argentina
78.Mara Martínez, Uruguay
79.Marcelo Estefanell, Uruguay
80.Marcelo Viñar, Uruguay
81.Marcos Supervielle, Uruguay
82.Maren Ulriksen Ugarte, Uruguay
83.Margaret Randall, USA
84.María Dibarboure, Uruguay
85.María Elia Topolansky, Uruguay
86.María Vázquez Valdéz, México
87.Mariela Mazzoti, Uruguay
88.Marilyn Lindstrom, USA
89.Marisa Silva, Uruguay
90.Martín Puchet. Uruguay
91.Martín Randall, Uruguay
92.Miguel Fernández Galeano, Uruguay
93.Milton Fornaro, Uruguay
94.Milton Romani Gerner, Uruguay
95.Mónica Xavier, Uruguay
96.Nelson Villarreal Durán, Uruguay
97.Odilia Galván Rodríguez, USA
98.Olga Talamante, Argentina / USA
99.Orin Starn, USA
100.Oscar Destouet, Uruguay
101.Pablo Anzalone, Uruguay
102.Pablo Carlevaro, Uruguay
103.Rafael Sanseviero, Uruguay
104.Raul Arias, Ecuador
105.Raúl Vallejo, Ecuador
106.Raul Zurita, Chile
107.Regina Katz, Ecuador
108.Ricardo Elena, Uruguay
109.Ricardo Levins Morales, USA
110.Ricardo Roca, Uruguay
111.Robert Cohen, USA
112.Roberto Massari, Italia
113.Rosana Cheirasco, Uruguay
114.Sandra Stevenson, USA
115.Sarah Mondragón, México
116.Sergio Meresman, Uruguay
117.Silvia Dutrenit, Uruguay
118.Silvia Pose, Uruguay
119.Susana Mallo, Uruguay
120.Tineke Ritmeester, Holanda
121.Valeria Conteris, Uruguay
122.Vicente García-Huidobro, Chile
123.William I Robinson, USA
124.Ximena Mondragón, México
125.Zoraida Soza Sánchez, Nicaragua.
Firmas que
llegaron luego de publicada inicialmente esta nota:
1.Brian Miller, USA
2.Carla Cererols, Uruguay
3.Carlos Baraibar, Uruguay
4.Carlos Liscano, Uruguay
5.Carmen García, Uruguay
6.Daniel Daners, Uruguay
7.Deborah Barndt, Canadá
8.Elena Poniatowska, México
9.José Pepe Mujica, Uruguay
10.Julio García, Uruguay
11.Katia González Martínez, Colombia
12.Lucía Topolansky, Uruguay
13.Luis Yarzabal, Uruguay
14.María Pollak, Uruguay
15.María Sara Ribero, Uruguay
16.Marina López Munguia, México
17.Mijail Yapor, Uruguay
18.Rafael Zeni, Uruguay
19.Roberto Elissalde, Uruguay
20.Roberto Tejada, USA
21.Sergio Mondragón, México
*Publicado originalmente en Brecha