Tras conocerse que el número de personas desplazadas forzadamente
a nivel global superó el año pasado los 82 millones, un aumento del 4% sobre la
cifra récord de 79,5 millones alcanzada a finales de 2019, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR)
urgió este viernes a los líderes mundiales a aumentar sus esfuerzos para
fortalecer la paz y revertir esta tendencia.
De acuerdo con el último informe
anual de ACNUR sobre tendencias globales lanzado este jueves en
Ginebra, la pandemia de coronavirus no ha frenado el número de personas que
huyeron de guerras, situaciones de violencia o persecución y violaciones de sus
derechos humanos.
A finales de 2020, el organismo de la ONU contabilizó a 20,7
millones de refugiados bajo su mandato y 5,7 millones de refugiados palestinos,
48 millones de desplazados dentro de sus países y más de cuatro millones de
solicitantes de asilo.
En referencia a estas cifras, el Alto Comisionado de la ONU parinforme a los Refugiados dijo que “detrás de cada número hay una persona obligada a dejar su hogar y una historia de desplazamiento, desarraigo y sufrimiento. Merecen nuestra atención y apoyo, no solo mediante la ayuda humanitaria, sino también con la búsqueda de soluciones a su difícil situación”.
Filippo Grandi recordó que la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y el Pacto
Mundial sobre los Refugiados proporcionan el marco legal y
herramientas de respuesta a los desplazamientos, pero que es necesaria “mucha
más voluntad política” para afrontar los conflictos que fuerzan a las personas
a huir de sus hogares.
Cerca
de un millón de bebés nacieron como refugiados
El grupo poblacional más vulnerable ante esta situación, el de niños y
niñas menores de dieciocho años, supone el 42% de todas las víctimas de
desplazamiento forzoso.
ACNUR estima que entre 2018 y 2019 nacieron como refugiados casi
un millón de niños.
El informe también destaca que, durante la fase más álgida de la
pandemia en 2020, más de 160 países cerraron sus fronteras y entre éstos, 99 no
contemplaron ninguna excepción con las personas que solicitaron protección.
Sin embargo, matiza que con la implantación de reconocimientos médicos
fronterizos, cuarentenas o procedimientos simplificados de registro creció el
número de países que encontraron la forma de garantizar el acceso al asilo
mientras se intentaba contener la propagación de la COVID-19.