La
interpelación del Parlamento de Bolivia al ministro de Gobierno (Interior), Eduardo del Castillo, por la detención
de la ex mandataria interina Jeanine
Áñez, derivó este martes en un bochorno hasta los golpes entre legisladores del oficialismo
y la oposición.
El
asunto que polarizó a los parlamentarios del gobernante Movimiento al
Socialismo (MAS), que tienen la mayoría, con los de las opositoras Comunidad
Ciudadana y Creemos fue si la crisis política y social que atravesó el país en
2019 fue producto de un fraude electoral o de un golpe de Estado.
Al informe de
Del Castillo antecedió la presencia en exteriores del Parlamento de las
víctimas de las llamadas masacres de Sacaba, Senkata y Pedregal en las que
murieron más de una veintena de civiles en tensiones con el Ejército cuando
Áñez había asumido la Presidencia interina del país, tras la renuncia de Evo
Morales al poder.
Esa
protesta se simbolizó con tres ataúdes de cartón que se apostaron en el ingreso
del Parlamento momentos antes de que el ministro Del Castillo acudiera a
responder las cinco preguntas planteadas por un grupo de legisladores de la
oposición.
El ambiente
interno se llenó de pancartas con
las que se pidió “justicia” para las víctimas o con preguntas sobre
“dónde está el dinero del gas
lacrimógeno”, en referencia al reciente escándalo de corrupción que
salpicó al Gobierno interino de Áñez.
Frente
al atril principal también estaban un cúmulo de papeles con inscripciones de “actas 2019” y “actas 2020” con las que Del Castillo desafió a los opositores para demostrar de que no hubo
fraude electoral en esos dos años.
Cuando el ministro tomó la palabra comenzaron los
gritos desde el bloque de oposición con respuestas de la parte del MAS.